(Publicado en Diario de Cuba)
In English: The neo-liberal media coverage of Cuba’s opening
Cuando se cubre Cuba, el contexto importa. En teoría, eso
aplica al periodismo en cualquier sitio, pero el contexto es la primera víctima
en las historias sexy. Y el “acercamiento” entre Cuba y Estados Unidos no es
nada sino sexy.
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Los blogueros de Voces Cubanas.
Muchos cubanos no pueden acceder a sus
propios blogs.
Credit: New York Review of Books
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El 4 de julio, la BBC reportó que se abrieron 35 nuevos
puntos de Wi-Fi en la isla y, pese a problemillas menores como poca velocidad,
todo fue un éxito: hay conexión a internet en ciertas áreas para gente con
equipos móviles y cuesta “sólo” 2 CUC por hora, lo que implica una rebaja de
más de la mitad, ya que costaba 4.50 CUC por hora. CUC es la moneda convertible
de la isla que vale más que el dólar, según la castroeconomía. El salario
mensual promedio cubano es, aproximadamente, 23 CUC. Progreso.
El triunfante corresponsal de la BBC logró hasta conectarse,
visitó la página de la BBC y leyó los titulares del día. El mundo civilizado se
abalanza sobre el paraíso caribeño. Yo esperaba que el periodista intentara
abrir el blog de Yoani Sánchez o alguno de los sitios que el gobierno cubano
bloquea, sólo para mostrar que los tiempos de supresión política de la
información han pasado. ¿Cierto? Pues, no. Me imagino que esa no era la
historia que él quería contar. Y, la verdad, tampoco es la que quiero discutir
yo.
Mi desacuerdo con la mayoría de la cobertura mediática
del nuevo lugar que ocupa Cuba en la economía de mercado y las páginas de los
ricos y famosos de las revistas de todo el mundo da por sentado la falta de
libertad política y la supresión y represión violenta de todas las libertades
individuales – excepto la libertad de gastar tu dinero enriqueciendo al régimen
que te oprime. Mi problema es que la cobertura de la cacareada apertura cubana
es esencialmente neo-liberal. Es tan neo-liberal como el presidente estadounidense
esperanzado en que la economía de mercado cambie la esencia anti-democrática
del régimen cubano; de la misma forma en que no ha cambiado las condiciones
estructurales que mantienen la soga no siempre metafórica al cuello de las
mayorías negras pobres y de un gran número de blancos en los Estados Unidos.
Obama, en su búsqueda de legado a cualquier precio, mira
a Cuba y asume que el capitalismo neo-liberal se encargará del régimen de 54
años, ¡y al diablo la democracia! Tiene ejemplos a mano como, digamos, China y
Rusia, esos dos pilares de libertad y democracia, donde los opresores
comunistas se convirtieron en los magnates du
jour – dejando a un lado las muchas diferencias entre los dos países y
sistemas – pero divago. Yo estoy a favor de cambiar una política exterior
inútil que ha mantenido el status quo
por más de 50 años. Pero hay principios que decimos respetar, excepto cuando
son demasiado inconvenientes.
El acceso a internet viene
de perlas para ilustrar la tendencia neo-liberal de la cobertura y la política
con respecto a Cuba. ¿Alguien ha escuchado hablar de la brecha digital? ¿Dónde
están las preguntas básicas que se les enseña a los periodistas? Por ejemplo:
¿Cuántos cubanos tienen equipos móviles que pueden conectarse a internet?
¿Cuánto cuesta uno de esos equipos en la isla? ¿Dónde los pueden comprar?
¿Cuántos cubanos pueden pagar 2 CUC por hora por el acceso a internet y con qué
frecuencia? Y ya si se quiere ser incisivo, ¿cuántos cubanos negros tienen
acceso? ¿Para qué usan el internet? ¿Qué porcentaje de su salario mensual
representa? Y otras preguntas igualmente aburridas.
Pero a los neo-liberales
no les importan esas cosas porque la economía de mercado se encargará de todo y
si no te lo puedes pagar, bueno, qué pena me da tu caso. Puedo escuchar los
gritos ensordecedores: “Eso ocurre en todas partes. Si no tienes dinero no
puedes tener lo que quieres y punto”.
Y ahí es cuando el
contexto importa. Esas respuestas dirigidas por el mercado – crueles en
cualquier circunstancia – son absolutamente inaceptables con respecto a Cuba
porque ese régimen le quitó todo a algunos para, supuestamente, distribuirlo de
forma equitativa. Durante las últimas cinco décadas, cada vez que alguien se
enriquecía – por ridícula que fuese la noción – mínimamente, sin pertenecer al
o recibir la anuencia del círculo real, se lo quitaron todo y hasta lo metieron
preso. Yo, lamentablemente, conozco a más de uno. ¿Las leyes? ¿Cuáles leyes?
El acceso a internet es,
tal vez, un ejemplo perfecto de la “libertad” de la economía de mercado en
Cuba. A principios de año, Etecsa, el monopolio de telecomunicaciones de la
isla, dio su venia al artista Kcho – famoso hoy por pararse heroicamente frente
a la Casa Blanca con una bandera del 26 de julio, para pagar sus prebendas y
demostrar una vez más la libertad de expresión…de Estados Unidos – para abrir
el primer espacio público de internet sin cable en su centro cultural. Huelga
decir que Kcho tiene lazos muy estrechos con el gobierno cubano y opera su centro usando su propia,
conexión a internet, aprobada por el gobierno, por la que paga 900
dólares al mes.
Es una ironía dolorosa que
quienes reprimieron y robaron durante años – y su descendencia – veraneen en el
exterior, se tiren fotos con los ricos y famosos y se llenen los bolsillos. De
modo que, al final y como lo prometió la revolución de 1959 – o el accidente –
todos somos iguales…pero algunos son muchísimo más iguales que otros.
¿Y los pobres? Bueno, ahí
están. Donde han estado siempre. Están esperando que los rocíe el goteo de la
prosperidad económica. Nada de esto es noticia, si no fuera porque estamos
hablando de Cuba. Quienes sufrieron expropiaciones porque necesitábamos
compartir más, ahora se enteran de que el restaurante La Guarida cobra 25
dólares el plato. Sí, seguro también venden helados de fresa y chocolate. El
resto nos enteramos de que no se ve una camarera negra en ninguno de los
restaurants y cafés de moda en la nueva Cuba. Todo lo viejo renace y tenemos
una nueva élite blanca y rica que compra su estatus con silencio y complicidad
con la opresión y desinterés por el resto.
Me pregunto cuántos sitios
de Wi Fi van a poner en Los Pocitos, Jesús María, Guanabacoa y las áreas
rurales de Pinar del Río y Baracoa. Me pregunto qué se hará para abrir la
puerta de la nueva economía digital a, por ejemplo, los negros cubanos cuyo
estatus económico sigue deteriorándose y no tienen familia en el exterior que
los mantenga.
Para mí esto es personal.
Yo era una cubana negra, pobre y sin conexión y eso se hizo muy evidente en la
comparación con mis compañeros de universidad, mucho más blancos, más “ricos” y
las personas más decentes y adorables que he conocido. Sin embargo, pese a todo
lo demás, yo no carecía de lo que me permitiría estar a la par de ellos en lo
esencial. Otra de las crueles ironías es que era una sociedad mucho más
igualitaria pero era criticada muchísimo más. Me pregunto cómo les va ahora a
muchachas como yo. ¿Cómo me iría a mí si
me hubiera quedado, dada mi testaruda falta de aquiescencia con la política del
ilustre liderazgo cubano? Me pregunto cómo le va a la gente de mi barrio en la
Habana Vieja. Seguro esto es lo próximo que van a reportar los periodistas
neoliberales.
A mí no se me olvidan las
imágenes de la primavera árabe, cuando gente bajo dictaduras brutales – algunas
de las cuales nosotros hemos apoyado alegremente mientras nos convenía, pero
nuevamente divago – reportaban la rebelión por Twitter. Seguro que a los
Castros tampoco se les borran esas imágenes.
Para mí todo esto suena a
cuando quitaron el permiso de salida. No hay de qué preocuparse, porque casi
nadie le va a dar visas a los cubanos, de modo que más allá de perder una
gallinita de huevos de oro, el permiso de salida sólo daba testimonio al mundo
de los manierismos dictatoriales de la bella isla. Antes, el acceso a internet
estaba restringido y limitado a una élite privilegiada y aprobada por el
gobierno. Ahora, el acceso a internet está restringido y limitado a una élite
privilegiada, aprobada por el gobierno…y con dinero. Progreso.
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