viernes, 24 de julio de 2015

La cobertura mediática neoliberal de la seudoapertura cubana

Por Isabel Manuela Estrada Portales, Ph.D., M.S.
(Publicado en Diario de Cuba)
Cuando se cubre Cuba, el contexto importa. En teoría, eso aplica al periodismo en cualquier sitio, pero el contexto es la primera víctima en las historias sexy. Y el “acercamiento” entre Cuba y Estados Unidos no es nada sino sexy.

Los blogueros de Voces Cubanas.
Muchos cubanos no pueden acceder a sus propios blogs.
Credit: New York Review of Books
El 4 de julio, la BBC reportó que se abrieron 35 nuevos puntos de Wi-Fi en la isla y, pese a problemillas menores como poca velocidad, todo fue un éxito: hay conexión a internet en ciertas áreas para gente con equipos móviles y cuesta “sólo” 2 CUC por hora, lo que implica una rebaja de más de la mitad, ya que costaba 4.50 CUC por hora. CUC es la moneda convertible de la isla que vale más que el dólar, según la castroeconomía. El salario mensual promedio cubano es, aproximadamente, 23 CUC. Progreso.


El triunfante corresponsal de la BBC logró hasta conectarse, visitó la página de la BBC y leyó los titulares del día. El mundo civilizado se abalanza sobre el paraíso caribeño. Yo esperaba que el periodista intentara abrir el blog de Yoani Sánchez o alguno de los sitios que el gobierno cubano bloquea, sólo para mostrar que los tiempos de supresión política de la información han pasado. ¿Cierto? Pues, no. Me imagino que esa no era la historia que él quería contar. Y, la verdad, tampoco es la que quiero discutir yo.

Mi desacuerdo con la mayoría de la cobertura mediática del nuevo lugar que ocupa Cuba en la economía de mercado y las páginas de los ricos y famosos de las revistas de todo el mundo da por sentado la falta de libertad política y la supresión y represión violenta de todas las libertades individuales – excepto la libertad de gastar tu dinero enriqueciendo al régimen que te oprime. Mi problema es que la cobertura de la cacareada apertura cubana es esencialmente neo-liberal. Es tan neo-liberal como el presidente estadounidense esperanzado en que la economía de mercado cambie la esencia anti-democrática del régimen cubano; de la misma forma en que no ha cambiado las condiciones estructurales que mantienen la soga no siempre metafórica al cuello de las mayorías negras pobres y de un gran número de blancos en los Estados Unidos.

Obama, en su búsqueda de legado a cualquier precio, mira a Cuba y asume que el capitalismo neo-liberal se encargará del régimen de 54 años, ¡y al diablo la democracia! Tiene ejemplos a mano como, digamos, China y Rusia, esos dos pilares de libertad y democracia, donde los opresores comunistas se convirtieron en los magnates du jour – dejando a un lado las muchas diferencias entre los dos países y sistemas – pero divago. Yo estoy a favor de cambiar una política exterior inútil que ha mantenido el status quo por más de 50 años. Pero hay principios que decimos respetar, excepto cuando son demasiado inconvenientes.

El acceso a internet viene de perlas para ilustrar la tendencia neo-liberal de la cobertura y la política con respecto a Cuba. ¿Alguien ha escuchado hablar de la brecha digital? ¿Dónde están las preguntas básicas que se les enseña a los periodistas? Por ejemplo: ¿Cuántos cubanos tienen equipos móviles que pueden conectarse a internet? ¿Cuánto cuesta uno de esos equipos en la isla? ¿Dónde los pueden comprar? ¿Cuántos cubanos pueden pagar 2 CUC por hora por el acceso a internet y con qué frecuencia? Y ya si se quiere ser incisivo, ¿cuántos cubanos negros tienen acceso? ¿Para qué usan el internet? ¿Qué porcentaje de su salario mensual representa? Y otras preguntas igualmente aburridas.

Pero a los neo-liberales no les importan esas cosas porque la economía de mercado se encargará de todo y si no te lo puedes pagar, bueno, qué pena me da tu caso. Puedo escuchar los gritos ensordecedores: “Eso ocurre en todas partes. Si no tienes dinero no puedes tener lo que quieres y punto”.

Y ahí es cuando el contexto importa. Esas respuestas dirigidas por el mercado – crueles en cualquier circunstancia – son absolutamente inaceptables con respecto a Cuba porque ese régimen le quitó todo a algunos para, supuestamente, distribuirlo de forma equitativa. Durante las últimas cinco décadas, cada vez que alguien se enriquecía – por ridícula que fuese la noción – mínimamente, sin pertenecer al o recibir la anuencia del círculo real, se lo quitaron todo y hasta lo metieron preso. Yo, lamentablemente, conozco a más de uno. ¿Las leyes? ¿Cuáles leyes?

El acceso a internet es, tal vez, un ejemplo perfecto de la “libertad” de la economía de mercado en Cuba. A principios de año, Etecsa, el monopolio de telecomunicaciones de la isla, dio su venia al artista Kcho – famoso hoy por pararse heroicamente frente a la Casa Blanca con una bandera del 26 de julio, para pagar sus prebendas y demostrar una vez más la libertad de expresión…de Estados Unidos – para abrir el primer espacio público de internet sin cable en su centro cultural. Huelga decir que Kcho tiene lazos muy estrechos con el gobierno cubano y opera su centro usando su propia, conexión a internet, aprobada por el gobierno, por la que paga 900 dólares al mes.

Es una ironía dolorosa que quienes reprimieron y robaron durante años – y su descendencia – veraneen en el exterior, se tiren fotos con los ricos y famosos y se llenen los bolsillos. De modo que, al final y como lo prometió la revolución de 1959 – o el accidente – todos somos iguales…pero algunos son muchísimo más iguales que otros.

¿Y los pobres? Bueno, ahí están. Donde han estado siempre. Están esperando que los rocíe el goteo de la prosperidad económica. Nada de esto es noticia, si no fuera porque estamos hablando de Cuba. Quienes sufrieron expropiaciones porque necesitábamos compartir más, ahora se enteran de que el restaurante La Guarida cobra 25 dólares el plato. Sí, seguro también venden helados de fresa y chocolate. El resto nos enteramos de que no se ve una camarera negra en ninguno de los restaurants y cafés de moda en la nueva Cuba. Todo lo viejo renace y tenemos una nueva élite blanca y rica que compra su estatus con silencio y complicidad con la opresión y desinterés por el resto.

Me pregunto cuántos sitios de Wi Fi van a poner en Los Pocitos, Jesús María, Guanabacoa y las áreas rurales de Pinar del Río y Baracoa. Me pregunto qué se hará para abrir la puerta de la nueva economía digital a, por ejemplo, los negros cubanos cuyo estatus económico sigue deteriorándose y no tienen familia en el exterior que los mantenga.

Para mí esto es personal. Yo era una cubana negra, pobre y sin conexión y eso se hizo muy evidente en la comparación con mis compañeros de universidad, mucho más blancos, más “ricos” y las personas más decentes y adorables que he conocido. Sin embargo, pese a todo lo demás, yo no carecía de lo que me permitiría estar a la par de ellos en lo esencial. Otra de las crueles ironías es que era una sociedad mucho más igualitaria pero era criticada muchísimo más. Me pregunto cómo les va ahora a muchachas como yo.  ¿Cómo me iría a mí si me hubiera quedado, dada mi testaruda falta de aquiescencia con la política del ilustre liderazgo cubano? Me pregunto cómo le va a la gente de mi barrio en la Habana Vieja. Seguro esto es lo próximo que van a reportar los periodistas neoliberales.

A mí no se me olvidan las imágenes de la primavera árabe, cuando gente bajo dictaduras brutales – algunas de las cuales nosotros hemos apoyado alegremente mientras nos convenía, pero nuevamente divago – reportaban la rebelión por Twitter. Seguro que a los Castros tampoco se les borran esas imágenes.

Para mí todo esto suena a cuando quitaron el permiso de salida. No hay de qué preocuparse, porque casi nadie le va a dar visas a los cubanos, de modo que más allá de perder una gallinita de huevos de oro, el permiso de salida sólo daba testimonio al mundo de los manierismos dictatoriales de la bella isla. Antes, el acceso a internet estaba restringido y limitado a una élite privilegiada y aprobada por el gobierno. Ahora, el acceso a internet está restringido y limitado a una élite privilegiada, aprobada por el gobierno…y con dinero. Progreso.  

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